La Organización Mundial de la Salud ha establecido que las infecciones de orina se dan en el uno por ciento de los niños y entre el tres y ocho por ciento de las niñas, especialmente durante los primeros años de vida.
Los síntomas entre los recién nacidos incluyen fiebre, falta de apetito, vómito ocasional y náuseas entre otros. Cuando los niños son más grandes, en edad preescolar, pueden incluir dificultad al orinar, orina turbia, inflamación y necesidad de orinar con mayor frecuencia, especialmente durante la noche. En este caso es más común en los varones no circuncidados debido a la carencia de control de los esfínteres, la sudoración propia de la zona y la presencia de bacterias y secreciones.
En el caso de las niñas los motivos a esta edad suelen ser la escasa ingesta de vegetales y de agua, aguantar las ganas de orinar durante mucho tiempo y la cercanía del tracto con la región anal.
Según los urólogos cuanto más pequeño es el niño peor es el diagnóstico, ya que se suele confundir con afecciones respiratorias comunes y virales. Esta falta de diagnóstico puede provocar complicaciones y secuelas en un futuro como por ejemplo, la insuficiencia renal, que al 10-25 por ciento de los adultos que no fueron diagnosticados en su día, cuando eran niños.
A continuación os detallamos un artículo de nuestro blog con un decálogo de prevención de la cistitis:
Equipo ICUA