Las lesiones del suelo pélvico afectan tanto a hombres como a mujeres y su debilitamiento es normal con el paso del tiempo además de verse acentuado por factores de riesgo como el sobrepeso, los partos y ciertas patologías urológicas.
Cuando no se requiere de una intervención quirúrgica existen otras opciones como el tratamiento farmacológico o ciertas terapias de fisioterapia que tienen como objetivo el fortalecimiento de los músculos pélvicos y así mejorar los síntomas y/o ralentizarlos.
La fisioterapia manual suele ser el primer paso. Esta consiste en realizar estiramientos, movilizaciones, masaje perineal, trabajo de cadenas musculares y liberación miofascial, entre otras técnicas que tienen como finalidad reeducar el abdomen y sus músculos. Al mismo tiempo el especialista en fisioterapia puede indicar y recomendar al paciente que realice los ejercicios de Kegel, que mejoran el tono muscular y la elasticidad del suelo pélvico y son rutinas que el paciente puede realizar en casa.
Además de estos ejercicios y tratamiento manual por parte del fisioterapeuta, existen otras técnicas capaces de fortalecer el suelo pélvico. Estas son:
Electroestimulación: Se aplica una corriente eléctrica en la pared vaginal o anal que realiza contracciones de los músculos.
Radiofrecuencia: Se aplica en zonas localizadas y ayuda a la creación de colágeno y con ello mejora la elasticidad y flexibilidad. Esta opción se suele indicar tras intervenciones quirúrgicas para que el tejido cicatricial no se quede rígido.
Biofeedback electromiográfico: Un dispositivo electrónico analiza y muestra en un monitor las contracciones de la musculatura pélvica. Permite ver si hay pérdida de control y al mismo tiempo se pueden aplicar ejercicios y comprobar si se están realizando correctamente.
Termoterapia o ultrasonidos: Se aplica calor en los tejidos y de esta forma se aumenta la capacidad de regeneración de estos. Es útil también para pacientes intervenidos quirúrgicamente, para evitar la rigidez cicatricial.