Conocida también como hidronefrosis, esta patología se diagnostica cuando la orina no puede ser expulsada a través del tracto urinario y vuelve al riñón. Puede afectar a uno o a los dos riñones.
Los motivos que pueden provocar la uropatía obstructiva pueden ser los cálculos urinarios o renales, hiperplasia benigna de próstata, cáncer (prostático, de útero, de colon, vesical, ureteral o de ovario), tejido cicatricial en la uretra o uréteres y finalmente una atrofia en los nervios de la vejiga.
¿Cuále son los síntomas?
Los síntomas varían dependiendo de si ese retorno de la orina afecta a uno o a los dos riñones.
El paciente puede tener dolor en uno o ambos costados, aumento de peso o hinchazón, fiebre, nauseas y/o vómitos.
También se pueden presentar síntomas urinarios como aumento de la micción, incontinencia urinaria, urgencia miccional, hematuria o dificultad para orinar.
¿Qué pruebas diagnósticas se recomiendan?
Además de las pruebas de analítica de sangre y orina, el especialista puede recomendar un ultrasonido de abdomen o pelvis, tomografía computarizada de abdomen o pelvis, pielografía intravenosa, cistouretrograma miccional, gammagrafía renal, resonancia, cistoscopia o prueba urodinámica.
¿Cuáles son sus tratamientos?
El tratamiento varía dependiendo del origen de ese retorno de la orina. De esta forma si el origen es una hiperplasia benigna de próstata se podrá tratar con fármacos o con una intervención quirúrgica.
También se puede colocar un stent en el uréter o en la pelvis renal para paliar los síntomas.
Otra de las soluciones es la colocación de sondas que drenan el riñón (nefrostomía) o bien una sonda de Foley (drena desde la uretra hasta la vejiga).
Si realizando los anteriores tratamientos el paciente continúa con la obstrucción se puede requerir cirugía ya que, a largo plazo, esta patología puede derivar en la pérdida de la función renal.