Un estudio realizado por la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, y publicado en Journal of the American Society of Nephrology, ha mostrado la viabilidad de los riñones infectados con hepatitis C en un trasplante renal.
Hasta el año 2018 estos riñones eran donados a personas que padecían la misma patología. Ha sido a partir de entonces cuando se han comenzado a realizar este tipo de trasplantes a pacientes que no tenían el virus.
La calculadora del índice de perfil de donantes de riñón (KDPI) sigue asignando peores puntuaciones a la recepción de un riñón infectado que a uno que no lo está. Es por ello que los expertos indican que, según los resultados obtenidos, esta calculadora no podría ser tan precisa como se pensaba. Cambiar estos parámetros podría llevar, tan solo en Estados Unidos, a más de cien mi personas a tener un trasplante. Hasta hace años estos riñones eran descartados por la normal preocupación de que el receptor pudiera ser infectado. Los expertos señalan que los tratamientos antivirales y la gran necesidad de este órgano entre muchos pacientes, ha llevado a la investigación de nuevas alternativas y- con ello- a los resultados positivos obtenidos.
Uno de estos estudios ha sido el ensayo clínico de Penn Medicine, iniciado en 2016 y en el que se ha descubierto que los riñones infectados con hepatitis C pueden ser óptimos para el paciente que espera un trasplante renal cuando este sigue una terapia antiviral.
El estudio ha sido realizado entre los años 2015 y 2019 y ha analizado los datos del registro nacional de trasplantes estadounidense. Y para llevarlo a cabo compararon el rendimiento de riñones infectados con los sanos en similares situaciones como por ejemplo, edad del receptor, tensión arterial, edad o peso. A continuación a través de una fórmula matemática midieron la tasa de filtración glomerular de los receptores. Esta tasa indica que cuanto más baja es, peor es la función renal y tenerla por debajo de 60 es negativo.
Los investigadores en su comparativa descubrieron que, al año, los pacientes receptores de un riñón infectado con hepatitis C tenían un marcador de 66.3 y aquellos que habían recibido un riñón sin infectar de 67,1. De la misma forma identificaron una función renal similar de ambos tipos de receptores y que los pacientes estaban cada vez más receptivos al trasplante renal de un donante con hepatitis C.
Finalmente los expertos explican que independientemente de los resultados positivos del estudio, se siguen descartando estos riñones en muchos centros pero que las nuevas investigaciones podrían ser una esperanza para muchos pacientes a la espera de un riñón.
Equipo ICUA