Una investigación realizada por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, está intentando desvelar la relación existente entre la exposición de las embarazadas a metales tóxicos y el desarrollo de la función renal en el feto.
El estudio ha sido subvencionado por diferentes Institutos de salud estadounidenses para que el equipo multidisciplinar recolecte datos y desarrolle diversas hipótesis para ver el daño real de la exposición ambiental a metales.
El diez por ciento de la población mundial padece enfermedad renal crónica, un problema creciente a nivel mundial y del que intentan averiguar los factores de riesgo.
La enfermedad renal crónica consiste en la incapacidad de los riñones de filtrar la sangre. Cuando esta patología progresa se convierte en insuficiencia renal y requiere de diálisis o trasplante renal en última instancia.
Son muchos los factores de riesgo que provocan la enfermedad y que aparecen con el tiempo. Patologías como la diabetes, la presión arterial alta o problemas cardiacos junto con antecedentes familiares suelen ser los detonantes más frecuentes de la aparición de la enfermedad. El problema de la misma surge cuando la enfermedad renal crónica es de origen desconocido.
En este caso el perfil de paciente suele ser más joven y según la directora del estudio, la doctora Sanders, suele tener una progresión más rápida en la pérdida de la función renal. La experta resalta que en estos pacientes la esperanza de vida suele ser de diez años.
Es por ello que la investigación está intentando averiguar si existe una relación con el desarrollo fetal en este perfil de pacientes. La portavoz explica que durante el embarazo la exposición a metales y metaloides como arsénico, cadmio, plomo y mercurio pueden tener efectos en el crecimiento del riñón del feto al reducir la cantidad de unidades de filtración funcionales en el órgano del niño. Con esta exposición se tendrían riñones de menor calidad y simplemente con el estrés provocado por el calor, se podría provocar un fallo en los mismos.
La investigación está formada por un equipo multidisciplinar que intenta analizar datos globales sobre las posibles combinaciones de metales tóxicos medidos en sangre y orina en mujeres de edad fértil y mujeres embarazadas. Después estas mezclas de metales serán observadas en riñones usando modelos de organoides de peces, ratones y humanos.
La directora del estudio explica que es posible que los metales por sí solos no estén en niveles tan altos como para causar preocupación pero que la combinación de varios metales sí que podría ser a la larga perjudicial.
También comenta que existen zonas geográficas donde ciertos metales están más presentes que en otras. Esta información será de utilidad, al sumarla a los datos obtenidos por los expertos que detallen cuáles son las combinaciones de metales más perjudiciales, y podrían permitir en un futuro crear políticas de prevención y actuación.
Finalmente explican que con esas combinaciones perjudiciales para la salud renal en el feto se podrían realizar políticas que protejan a las madres gestantes y a los niños.
Los detalles de este estudio serán presentados en el Simposio de Riñón y salud ambiental en la Escuela de Salud Pública de Pittsburgh el próximo 5 de junio.
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