Un grupo de expertos de la Universidad de Missouri en Columbia, Estados Unidos, ha realizado un estudio sobre cómo cambia la calidad de vida en pacientes mayores con cáncer de vejiga a lo largo del tiempo. Para desarrollar la investigación, han analizado qué factores influyen en el bienestar de los pacientes, más allá del propio tratamiento oncológico.
El objetivo de la investigación fue clasificar a los pacientes mayores de 65 años en distintos grupos, según su estado funcional y calidad de vida, y observar cómo estos grupos evolucionaban a lo largo de dos años.
Para ello, los investigadores utilizaron datos de la base SEER-MHOS, que contiene información de pacientes entre 1998 y 2021.
Los resultados mostraron que el 67,9 por ciento de los pacientes se encontraba en un grupo con una calidad de vida más estable, mientras que el 25,4 por ciento pertenecía a un grupo intermedio en cuanto a calidad de vida y el 6,7 por ciento a uno donde la calidad de vida estaba más deteriorada. Al cabo de dos años, el 11,7 por ciento de los pacientes había mejorado su estado, pero un 14 por ciento experimentó un empeoramiento. Lo más sorprendente fue que las características relacionadas con el cáncer o el tratamiento no parecían influir directamente en los estados de los pacientes.
En cambio, los factores que sí impactaron en la calidad de vida de los pacientes fueron otros. Los pacientes más jóvenes y aquellos que estaban casados tenían más probabilidades de mejorar su bienestar, mientras que la edad avanzada, no ser propietario de una vivienda y haber sufrido una caída el año anterior se asociaron con un mayor riesgo de empeorar.
Finalmente, lo que indica el estudio es que se debe tratar al paciente de forma integral, prestando atención tanto al tratamiento oncológico como a los factores sociales y personales que influyen en su bienestar. Los investigadores añaden que una cuarta parte de los pacientes con cáncer de vejiga experimenta cambios en su calidad de vida en los dos años posteriores al diagnóstico, lo que sugiere que el apoyo familiar y el entorno social juegan un papel crucial en la recuperación.
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