En las primeras etapas, el cáncer de próstata, el más común entre los hombres, generalmente no presenta síntomas. Según datos actualizados de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), sigue siendo la tercera causa principal de muerte en España, después del cáncer de pulmón y el de colon. Se estima que aproximadamente uno de cada ocho hombres desarrollará esta enfermedad en algún momento de su vida.
El cáncer de próstata afecta principalmente a hombres mayores, con el 90 por ciento de los diagnósticos ocurriendo en individuos mayores de 65 años, con una edad media de diagnóstico de 75 años.
Esto no excluye la posibilidad de que hombres más jóvenes también puedan padecerlo, pero la incidencia aumenta con la edad.
La clave para la prevención sigue siendo someterse a revisiones urológicas periódicas, ya que un diagnóstico temprano mejora significativamente las tasas de supervivencia. De hecho, cuando se detecta precozmente, la tasa de supervivencia puede ser tan alta como del 85 al 90 por ciento.
Muchos hombres, sin embargo, se sienten incómodos o temerosos ante la idea de someterse a estas pruebas de detección, lo cual puede retrasar la consulta inicial y el diagnóstico.
Las campañas de salud recomiendan que los hombres comiencen las revisiones periódicas a partir de los 45 años, y antes si tienen antecedentes familiares de cáncer de próstata. A pesar de estas recomendaciones, solo alrededor del 13 por ciento de los hombres asiste a sus citas anuales con el urólogo, muchas veces debido a la reticencia hacia las pruebas mencionadas.
Las pruebas más comunes para la detección del cáncer de próstata incluyen el análisis de PSA (antígeno prostático específico) en sangre, el tacto rectal (una prueba ambulatoria e indolora) y la resonancia magnética multiparamétrica de próstata. Si estas pruebas muestran anomalías, se puede proceder a una biopsia.
En la actualidad, las técnicas de biopsia han avanzado considerablemente, siendo menos invasivas y más precisas. Por ejemplo, el mapeo prostático mediante fusión de imágenes permite localizar áreas sospechosas con mayor exactitud, minimizando riesgos como las infecciones asociadas con las biopsias convencionales.
En caso de confirmarse el diagnóstico de cáncer de próstata, las opciones de tratamiento varían según la gravedad y el estadio del tumor. Es fundamental que el especialista discuta con el paciente las opciones disponibles, adaptándolas a su estilo de vida y preferencias. En algunos casos, la vigilancia activa puede ser una alternativa válida, especialmente para pacientes de edad avanzada, evitando tratamientos agresivos que podrían afectar negativamente su calidad de vida.
Entre las opciones de tratamiento se encuentran la terapia de privación de andrógenos, la radioterapia, la quimioterapia, la crioterapia y, en casos seleccionados, la cirugía. La cirugía robótica ha revolucionado este campo, permitiendo procedimientos menos invasivos que reducen la estancia hospitalaria, los riesgos quirúrgicos y las molestias postoperatorias, facilitando una recuperación más rápida y la preservación de la función sexual y urinaria.
Estos avances subrayan la importancia de la detección temprana y el acceso a tratamientos modernos y menos invasivos para mejorar los resultados en pacientes con cáncer de próstata.