La cándida es una levadura que vive, tanto dentro como fuera de nuestro cuerpo. Habitualmente el sistema inmunitario mantiene a raya el nivel de cándidas pero cuando se nos bajan las defensas esa levadura se puede multiplicar, provocando síntomas en diferentes partes del cuerpo.
Una de las cándidas más comunes son las genitales y se suelen dar en pacientes hospitalizados. Muchos de estos pacientes son asintomáticos y se pueden deber a problemas como pielonefritis, prostatitis, cistitis o epididimorquitis.
Los principales factores de riesgo de la aparición de esta infección por hongos son la diabetes, el uso de antibióticos de amplio espectro, obstrucción urinaria, los catéteres urinarios permanentes o bien el ingreso en la unidad de cuidados intensivos.
Las infecciones por cándida en el tracto urinario suelen provocarse por diseminación hematógena después de una candidemia o bien a través de vía retrógrada mediante la uretra.
Según un estudio realizado por el Departamento de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica de la Universidad Medipol de Estambul, en Turquía, la presencia de cándida en la orina del paciente no justifica el tratamiento antifúngico, siempre que el paciente sea asintomático. La única excepción son los pacientes neutropénicos, los lactantes de bajo peso y los pacientes sometidos a procedimientos urológicos.
El tratamiento escogido para los pacientes con síntomas suele ser fluconazon. La alternativa a este tratamiento sería en desoxicolato de anfotericina B pero no puede ser administrado debido a su resistencia, alergia o insuficiencia. Otros antifúngicos como azólicos y equinocandidas no llegan a tener niveles suficientes en orina.
Esta investigación turca ha sido publicada en la Revista Mundial de Urología y puedes ver el artículo original en el siguiente enlace: