Este procedimiento permite examinar el interior de la vejiga, tomar biopsias o extirpar tumores de este órgano bajo anestestesia.
Muchas veces cuando el paciente tiene cáncer de vejiga es necesario realizar una intervención quirúrgica. El tipo de intervención que se realiza depende de la extensión que tenga el cáncer, en la supervivencia y calidad de vida que pueda aportar al paciente.
La resección transuretral (TUR) se utiliza para determinar si la persona tiene cáncer de vejiga y si se ha extendido a la capa muscular de la pared de la vejiga.
Es una prueba diagnóstica y a su vez, un tratamiento para el cáncer de vejiga superficial o en una etapa temprana. El objetivo de esta prueba es eliminar las células cancerígenas.
¿Cómo se realiza?
Esta intervención no requiere abrir al paciente ya que se realiza a través de la uretra. Se introduce un resectoscopio, cistoscopio que posee un instrumento capaz de extirpar el tejido anómalo o canceroso de la vejiga. Ese tejido a posteriori se manda a anatomía patológica para verificar si el paciente tiene cáncer. A través del resectoscopio también se puede usar un rayo láser que destruya las células tumorales.
La resección transuretral para el tumor de vejiga permite que el paciente pueda irse a casa el mismo día o al día siguiente, pudiendo llevar una vida normal a las dos semanas como mucho.
Sus efectos secundarios suelen ser ligeras y molestias y sangrado al orinar que ira desapareciendo con el tiempo.
El cáncer de vejiga es un tipo de cáncer con alta posibilidad de recidiva. El especialista puede recomendar realizar otra resección transuretral en otra zona de la vejiga. Este tipo de intervención se puede realizar varias veces aunque los expertos señalan la posibilidad de que la vejiga cree demasiado tejido cicatricial y con ello se originen efectos secundarios como incontinencia o urgencia miccional.